4 mar 2014

Ruta de la Camelia 1- Pazo de Rubianes



La Camelia llegó a Galicia gracias a los navegantes portugueses, que la introdujeron en la península desde Filipinas a principios del siglo XIX.

En el ecosistema gallego, las camelias, encontraron las condiciones climatológicas ideales, esto, sumado a que entre las familias nobles gallegas surgió la moda de plantarlas en sus jardines, hace que hoy día, podamos disfrutar recorriendo los doce pazos y jardines de la Ruta de la Camelia en las Rías Bajas.

Los camelios son arbustos y hasta pequeños árboles que pueden llegar a medir diez metros de altura, de hojas perennes y coriáceas de un color verde oscuro brillante, puntiagudas de bordes enteros.
Con flores grandes con colores que van del blanco al rojo pasando por diversas variedades de rosa e incluso jaspeadas.  


La Ruta de la Camelia recorre los siguientes lugares: Pazo de Mariñán, Alameda de Santiago, Pazo de Santa Cruz de Ribadulla, Pazo de Oca, Casa-Museo de Rosalía de Castro, Pazo de Rubiáns, Pazo de Quinteiro da Cruz, Pazo da Saleta, Pazo de Lourizán, Castelo de Soutomaior, Parque do Castro, Pazo-Museo Quiñones de León.


Pazo de Rubians


Comenzamos la ruta de las camelias con este pazo que ha sido nombrado hace poco "Jardín de Excelencia Internacional de la Camelia 2014", en el transcurso del Congreso Internacional de la Camelia.



El origen del Pazo de Rubianes es una Torre fortaleza del siglo XII, perteneciente a los Caamaño. 
García Caamaño construye su residencia en la finca de Rubianes a principio del siglo XV, tal como se puede leer en la piedra que está sobre el arco de la entrada “Esta casa fezo D. García Caamaño en el año 1.411”
Años más tarde en el 1.441 D. García Caamaño funda la Villa de García hoy conocida como Villagarcía de Arosa. 



El pazo original de principios del siglo XV fue transformado en el siglo XVIII por D. Jacobo Ozores, Señor de Rubianes. Al regresar de su exilio en Francia se encuentra la propiedad muy deteriorada y decide reconstruirla, para lo que contará con los servicios de un arquitecto francés que le otorgará el aspecto actual afrancesado al pazo que hoy conocemos, que más recuerda a un Chateau francés que a un Pazo gallego.


La Capilla fue construida por D. Josepe Caamaño y Mendoza Señor de la Casa de Rubianes en el 1.698, dedicada a San José, en su interior podemos contemplar un retablo singular que representa toda su esceneografía entorno a la Virgen María con los esposorios de la Virgen y San José como escena central. Cuenta la capilla con una bella escultura de San José, conocida como “O Milagreiro” donde se le puede ver con el niño Jesús en brazos.

La bodega, caballerizas y cuadras del Siglo XV son las construcciones más antiguas que se conservan en su estado original. 


El ajardinamiento del Pazo de Rubianes se inicia a finales del siglo XVII, con un proyecto de jardinería que abarca el entorno más cercano al palacio y la zona conocida como estanque de las ranas.
En 1850 se plantaron las primeras camelias, regalo de los duques de Caminha (Portugal), y las magnolias perennifolias. Cuenta con más de ochocientas variedades de camelias en flor que convierten este jardín en un entorno único en Europa.























Es un jardín con árboles monumentales como los alcanforeros, magnolias grandifloras ejemplares de calocedros, criptomerias, eucaliptos, fresnos, araucarias, robles, alcornoques, camelias y muchas otras especies que hoy pueblan el parque botánico del Pazo de Rubianes y cuentan los años por centenares.


Llegamos al Pazo, coincidiendo casualmente, con la llegada de un grupo organizado que comenzaba la visita y aprovechando la ocasión nos unimos.
Recorrimos los jardines con un guía muy preparado que nos iba mostrando todos los ejemplares botánicos, fueran monumentales ó no, con una minuciosidad y una pasión que nos contagió a todos. 


Nos sorprendieron el color verde tan especial de los alcanfores, las camelias centenarias extremadamente ramificadas, el tamaño de algunos ejemplares de centenarios de eucaliptos, magnolios, robles, calocedros...


Disfrutamos de las explicaciones sobre los viñedos y el vino que allí produce y nos apenamos con los detalles del incendio, que en el 2006, asoló parte de la finca y como poco a poco, afortunadamente, han ido recuperando y repoblando el terreno quemado.



La visita se nos hizo corta y .... hay tanto que ver!!! Prometemos volver en otras épocas del año porque cada una tiene su encanto. 
Hemos venido en primavera y hemos disfrutado de los tonos verdes de los nuevos brotes de los árboles y de las flores recién nacidas. Si volviéramos en verano nos asombraríamos con las flores de los magnolios grandiflora; en otoño, de los colores que van cogiendo las hojas de los árboles de hoja caduca y en invierno, de la floración de los cientos de camelias que son las protagonistas de este hermoso jardín. 









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